miércoles, 27 de enero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXI

¿Hola?Bzzzzzzzzzzzzzzz.......

¿Holbzzzzzzzzzzzzzz...?

¿Hola? Vale, ahora sí se me oye. Encantado de saludaros de nuevo. Soy Jose Antonio, y como siempre, estoy en contacto con vosotros a través de mi pequeña radio, para emitir desde el otro lado.

Hace mucho que no hablo con vosotros, pero no ha sido culpa mía. He estado cerca de cuatro días sin nada de electricidad y me ha costado mucho reponerla. Ahora hacen ya tres días con el de hoy que conseguí reparar los acumuladores solares, por lo que hasta esta mañana no tenía las baterías mas o menos llenas, y no podía gastarla en hablar con vosotros. Os pido disculpas.

Sigo sin poder arreglar las torres eólicas. La verdad es que no sé como voy a hacer para subirme a ocho metros de altura por una columna de acero de color blanco sin ningún agarre ni asidero en el que encaramarme. Por mas que le doy vueltas a la cabeza, no sé cual sería el método que utilizaban los del mantenimiento de la gasolinera para subir allí arriba, pero fuera cual fuera, no doy con él, y me es imposible seguir solo con los paneles solares, ya que no me dan la potencia suficiente. Las horas de luz en Enero son muy cortas, y no tengo más que seis paneles solares conectados. Tengo que encontrar la manera de arreglar esas torres, incluso aunque me tenga que jugar el pellejo.

Bueno, pues como os decía, esta mañana he repuesto la comunicación de mi radio, y tengo que reconocer, que después de casi siete días sin hablar con nadie, ni escuchar sus mensajes, me he sentido como un alcohólico al que le quitan su vaso de whisky antes de acostarse. Tres meses hablando a través de este aparato, me han convertido en una persona nueva. Casi dos años sin hablar con nadie, y de repente encntrar a tanta gente en mi misma situación, y que utilizaban mi mismo medio para ponerse en contacto conmigo y contarme sus alegrías y sus penas, me han hecho totalmente dependiente de este trasto que hace cinco años, casi nadie habría sabido utilizar.

Llevo varias horas enganchado a los auriculares de mi radio intentando captar algún mensaje de alguien de por aquí, pero extrañamente no he conseguido captar ningun reporte... bueno, miento. He sido capaz de captar uno, pero yo no estaba presente. Menos mal que lo he podido grabar y escucharlo hace un rato.

Ya tengo una nueva chincheta de color verde añadida a mi mapa español. Ojalá dentro de unos años el mapa sea una gran masa de chinchetas clavadas, marcando la situación de todos y cada uno de los que hoy escuchan mis mensajes cada noche, a la espera de noticias desde mi lado. Juro por lo que quede y sea sagrado, que si mañana, puedo conoceros a todos personalmente, lo intentaré hasta el fin de mis fuerzas, tanto a todos mis compatriotas como a los nuevos amigos que hablan desde allende los mares.

Os dejo con el reporte de nuestro nuevo compañero mientras sigo leyendo el libro con el que estoy ahora mismo liado. Se llama La fundación, de un tal Isaac Asimov. Me lo compró hace casi cuatro años un compañero de trabajo aunque me lo recomendó un compañero de un foro de cómics al que asistía diariamente para expiar mis tensiones, pero tengo que reconocer que lo dejé por aburrido. Ahora, lo he recuperado de los escombros, como tantos otros, y cada noche, a la luz de un par de velas y con una taza de café caliente, intento seguir con las mismas aficciones sencillas que tenía antes.

Joder, ya me estoy enrollando de nuevo. Os dejo con el mensaje.

Hola Jose Antonio. Antes de nada, tengo que pedirte disculpas por lo que voy a hacer, pero llevo tanto tiempo sin hablar con otra persona que he tenido que escribir todo lo que iba a decirte y lo iré leyendo poco a poco.

Por fin me he atrevido a contactar contigo. No estaba seguro de que esto fuese muy en serio ya que no suelo confiar mucho en la gente. He escuchado cada parte radiofónico desde los primeros días de emisión y he comprendido que la gente que habla a través de tu radio parecen buenas personas, al igual que tu. Sois todos supervivientes de una colosal masacre pero yo no puedo decir lo mismo. Cuando todo esto empezó yo ya estaba muerto, bueno, no del todo. Acababa de salir de un coma inducido después de tener un brutal accidente de automóvil.

Ponte cómodo porque voy a contarte algo sobre mi. Una noche, saliendo de casa con unos amigos, un camionero que venía con una tajada monumental, invistió contra nuestro Ibiza haciendo que todos los ocupantes muriesen en el acto. Todos, menos el que te está relatando esta historia en estos momentos. Tuve la mala suerte de que mi puñetero corazón y mi cerebro siguiesen funcionando.

Durante más de cinco horas, permanecí entre el amasijo de hierros, atendido por varios sanitarios y por los bomberos que mientras tanto, extraían uno a uno los pedazos en los que se habían convertido mis amigos.

Me llevaron al hospital con todos los huesos del cuerpo rotos, los órganos internos prácticamente inservibles y con unos intensos dolores que ni la morfina era capaz de paliar. Me indujeron un coma y mi mala suerte volvió a aparecer. Una médico, Magda, se empeñó en joderme la poca vida que me quedaba y en no dejarme morir tranquilo. Quería experimentar en mí un novedoso tratamiento a base de inyecciones de células madre que podrían reconstruir y reparar todo mi cuerpo. Ciencia Ficción. Fueron cientos de inyecciones las que consiguieron recomponer mi maltrecho cuerpo. El Nobel de medicina sería para ella ese año.

Pero por fin mi suerte cambió cuando el mundo se vino abajo, o eso creí en un primer momento. El mismo día del primer bombardeo, me habían sacado del coma aunque todavía permanecía sedado. Aunque podía verlo y oírlo todo. Escuché los bombardeos que asolaron la ciudad de Pontevedra, podría hasta decirte cuantas bombas cayeron durante aquel primer día. Y en uno de esos bombardeos, una bomba cayó sobre el hospital. A los pocos minutos, vi entrar a Magda completamente desencajada, con los ojos a punto de salirse de sus orbitas, sangrando por la nariz y por la boca y con su bata completamente ensangrentada. Se abalanzó sobre la máquina que me mantenía sedado y presionó el botón de parar la sedación. Me dejaba libre.

Magda murió poco después. Entonces le recé a Dios para que me matase lo antes posible ya que comenzaba a notar los efectos de la no-sedación en mi recuperado cuerpo. Cerré los ojos y me dispuse a morir.

No te lo vas a creer, Jose, pero Dios pasó olímpicamente de mi. Me desperté al poco rato, con algo de dolor pero con un hambre atroz. Mi cuerpo reaccionó a mis impulsos cerebrales y después de incorporarme en la cama, me quedé maldiciendo mi buena suerte durante unos minutos.

Me levanté con cuidado ya que llevaba más de seis meses postrado en esa cama. Choqué con el cuerpo de Magda y me caí al suelo. Me levanté y agarré un andador con dos ruedecillas. Parecía uno de esos abuelos en una residencia de ancianos. Salí de la habitación y poco a poco, caminé por los desolados pasillos del Hospital Provincial. Lo peor de todo fue encontrarme con algunos cuerpos tirados por el largo corredor. Las luces de emergencia del hospital todavía funcionaban y gracias a ellas me pude dar cuenta de que fuera, la noche sin las luces de la ciudad, era como un agujero negro.

Como pude y agarrado a la barandilla de las escaleras, bajé hasta el primer piso donde estaba la cafetería. Me moví torpemente entre las mesas que habían sido sacudidas por la explosión de la bomba y me dirigí hacia la parte de detrás del mostrador. Abrí la nevera, y bebí y comí hasta quedar totalmente saciado… pero espero no estar aburriéndote con este pequeño fragmento de mi vida.

Si sigues vivo, la semana que viene seguiré contándote alguna cosa sobre cómo conseguí sobrevivir estos dos últimos años. Por cierto, no te he comentado como me llamo, pero por ahora, creo que eso no importa… tengo que cortar la emisión, ahora voy a salir de caza con mis “chicos”. Tienen mucha hambre y las piezas comienzan a escasear por aquí.


Madre mía, qué historia... Salir de un coma y encontrarte con esta mierda de vida... No sé de donde sacaste esa fuerza de voluntad, pero la verdad es que es de elogiar. Yo no habría sido capaz de sacar esas fuerzas de flaqueza. M habría quedado en aquel hospital y me habría inyectado lo primero que encontrara. Al menos no habría visto morir a mis seres queridos.

Bueno, pues espero volver a oirte como los compañeros que amenizan mis noches de insmnio. Ya eres uno de nosotros, y nos preocuparemos por tí como uno se preocupa de sus hermanos. Para mi, eres un hermano lejano. Uno que nunca conocí, pero que por casualidades del destino, la vida le ha vuelto a unir a mi. te ayudaré en todo lo que pueda, eso sí, desde aquí. En la seguridad de mi lado.

Saludos desde el sur de Madrid. Soy Jose Antonio, y emito para toda la inmensidad del globo Desde el otro lado... ... ... Tengo que aprender a decir esto en inglés, como en los programas de rock de la FM.

Por cierto ¿Alguien se ha fijado en esa extraña luz de color anaranjado que se ve en el cielo desde hace algunas noches? Juraría que eso no es una estrella...

4 comentarios:

  1. I amar prestar aen
    "El mundo ha cambiado"
    Han mathon ne nen
    "Lo siento en el agua"
    Han mathon ne chae
    "Lo siento en la tierra"
    A han noston ned ´wilith
    "Lo huelo en el aire"

    Hay una nueva raza entre los hombres... y ellos todavía no lo saben.

    Spartan (NAMOR pa´los amigos)

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  2. Esa raza se ha vuelto loca, y lo que les ha vuelto locos han sido los de su propia raza.
    El que te lo haya traducido al quenya, que se ponga con esta que yo no tengo tiempo.

    Gracias por tu reporte amigo Namor.

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  3. Por fin me atrevo a comentar algo:¡espero que pronto hagas una nueva entrega.
    Ni te cuento lo que estoy disfrutando!
    Ojalá tengas tiempo para dar otro empujón al relato...muy pronto!
    lo mio no es la paciencia,no,cuando hay cosa buena.
    paloma

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  4. Ya está, ya está... No te desesperes que esto va fluyendo.

    Gracias preciosa por tus ánimos!!!!

    PD: Si me pongo con esto, África se queda apartada... Tú me entiendes...

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