miércoles, 23 de diciembre de 2009

Desde el otro lado. Entrada V

Hola de nuevo. Siento haber tardado tanto en transmitir, pero tenía varios trabajos atrasados que no podía dejar de lado.

Sigo recibiendo miles de reportes desde mi vieja radio, y ninguno de ellos porta buenas noticias. Barcelona se ha convertido en un caos. Los nacionalismos han invadido las ruinas de la ciudad condal, y si sus habitantes no tenían suficiente con defenderse de los asaltadores, atracadores, violadores y demás alimañas humanas, ahora tienen que pelearse también con los energúmenos políticos. ¿Es que no se dan cuenta de que la política no nos va a llevar a ningún lado en estos momentos?

Un tal Joan me ha contado que ayer un grupo de exaltados "españoles" la tomó con una familia que se encontraba escondida en un pequeño videoclub, solo porque en el pasado habían mostrado banderas catalanas en su comercio, y según ellos, eso estaba en contra de los ideales que hoy gobernaban España. Están locos. No entiendo a mi propia especie. Han matado al padre y al hijo mayor del matrimonio, y a la mujer y la hija de dieciséis años, las han violado hasta matarlas.

Como dije, desde que ofrecí mi último reporte no he dejado de trabajar. Os conté que el polvo que inunda la atmósfera estaba provocando que mis acumuladores solares no recogieran la energía suficiente que necesitaba para al menos mantener el huerto en condiciones. Pues bien. Eso al menos ya lo he solucionado en parte.

Aunque es muy aburrido os lo contaré, ya que no tengo nada que relataros excepto mis penas y mis miserias y quizá os sirva de ayuda por si tenéis acceso a algo parecido.

Antes de que todo esto sucediera, yo trabajaba en el alumbrado público de la capital, por lo que algunos conocimientos generales de electricidad tengo almacenados en mi ínfima sabiduría. Cerca de mi casa, hay una gasolinera de Bp, de esas que siempre estaban presumiendo de que sus instalaciones eran cien por cien limpias y era completamente abastecidas por energías renovables. Pues bien, la verdad es que no mentían. Sus enormes paneles solares situados en el techo de la misma y la gran torreta eólica de la que estaba provista, abastecerían con tranquilidad a un pequeño bloque de edificios como en el que yo estoy instalado. Sabiendo esto, forcé la entrada al cuadro de mandos del surtidor y entré en la oscuridad de aquella húmeda habitación.

Era de noche, por lo que hasta que no cerré a cal y canto aquella puerta, no me atreví a encender ni una simple vela para poder empezar el trabajo que me había propuesto a terminar ese mismo día. Cuando por fin encendí la linterna, fue cuando me di cuenta de la locura que estaba dispuesto a hacer. ¡Eso parecía una puta central nuclear! Miles de cables salían del suelo de aquel cuadro para subir por las bandejas metálicas e introducirse en los más de veinte acumuladores de los que estaba provista aquella miniestación. Dos grandes motores de gasolina estaban preparados allí para por si algún día había algún problema con el suministro principal, tirar de ellos hasta subsanar el problema. Es decir, sin luz, no se iban a quedar, ya que en una gasolinera otra cosa no será, pero gasolina hay toda la que quieras.

Estudiando todo lo que allí me rodeaba, me di cuenta de que no tenía ni idea de como iba a afrontar lo que se me había ocurrido para llenar mis reservas de energía con semejante locura de cables a mi alrededor. Pero no me vine abajo y comecé a explorar todo lo que mis ojos eran capaces de ver. Estudié los diversos hilos que entraban y salían, observé con detenimiento hacia dónde se dirigían dichos cables y cuales podían ser las funciones de cada uno de los botones de los que estaba dotado aquel cuadro de mandos venido del futuro.

Al final, pasé a lo más obvio y sencillo. Me fuí con cuidado a la entrada a la tienda de la gasolinera, y busqué el cuadri interior de abastecimiento. Una vez localizado, seguí de nuevo su canalización, hasta que descubrí que todo aquel afluente de cables, convergía en una pequeña arqueta situada en la acera más próxima a la carretera principal. Eso, pensé, era lo que yo necesitaba para salir del apuro.

Hace varios meses que el alumbrado público de la ciudad no e usa, por lo que ni corto ni perezoso y armado de paciencia, me dediqué a extraer de las arquetas de los alrededores todos los vanos de cale que me fue posible, ya que más adelante esos serían los que tendría que utilizar para puentear las salidas de la energía de los acumuladores de la gasolinera y llevar esa misma energía hasta el cuadro de mandos o los acumuladores de mi edificio. Al menos en teoría sería bastante fácil.

Comencé a sacar cable de cobre de las arquetas como un loco. Después de terminar, tenía cable suficiente como para llenar un hangar de aviones. Hace tres años si me hubiera visto la policía me habría detenido por pertenecer a alguna banda organizada que se dedicaba a vender el cobre a las chatarrerías ilegales. En esa época el kilo de cobre pelado llegó a costar casi siete euros. No es de extrañar que familias enteras salieran por la noche a hacer batidas sin importar el barrio que estaban dejando sin luz.

Dejando el cable bien enrolladito en el cuadro de mandos, comencé a explorar la supuesta canalización que iba a utilizar para llevar todo el cableado hasta mi casa. Había tenido suerte. La canalización que iba por debajo de la acera para alimentar las farolas de la calle, pasaban justo por delante de mi puerta y encima, se metían en mi propia finca. Tendría que levantar la tierra de lo que antaño fue el jardían, pero no me importaba, tenía que terminar el trabajo cuanto antes.

Así que aquí estoy. Tengo casi liquidado el problema de las canalizaciones y tan solo me queda meter todo el cable por las mismas y traerlo hasta aquí, hasta mi casa. Una vez lo haya conseguido, creo que todo será coser y cantar, porque lo único que tendré que hacer será separar los circuitos de nuevo y recalcular el abastecimiento de energía, para no quemar los congeladores de comida que poseo.

Ya os seguiré contando mi aventura. De momento, me voy a dormir que mis ojos no me dejan seguir hablando.

Y recordad. No estais solos. Soy Jose Antonio y estoy emitiendo desde el otro lado.

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