domingo, 21 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXVIII

Saludos desde Madrid. Siento hablar de forma tan atropellada, pero si os cuento lo que acaba de suceder aquí en donde vivo, no os lo vais a creer. Os lo cuento desde el principio, porque es alucinante. Aun estoy temblando, pero no sé si de miedo o de emoción.

Aquí en Madrid está cayendo una nevada de aupa. El temporal es muy frío, y no recuerdo una nevada tan intensa desde al menos el año dos mil nueve, allá por el mes de Enero. Nos pilló en medio de la jornada de trabajo, y fue tan repentina, que nos dejó atrapados en el camión de la empresa en medio de una autopista. En cinco horas y media, tan solo recorrimos tres kilómetros. Pero lo de estos días, supera con mucho lo de aquella temporada.

Bueno, al grano que me difumino. Estaba en el refugio, en la habitación donde tengo la radio. Me encontraba tranquilamente colocando cubos y barreños para paliar los efectos de las goteras a causa de la nieve cuando de repente, un enorme estruendo y un zumbido ensordecedor, me han obligado a salir de mi escondite para encontrar el origen de tal escándalo.

Enroscando el rifle que conseguí el otro día alrededor de mi cuello, y poniéndome el máximo posible de ropas de abrigo, he salido al exterior en busca de aquel extraño sonido. Y lo que he visto, me ha dejado sin palabras.

Una enorme bola de fuego de color rojo anaranjado, cruzaba el cielo a una velocidad increible. Al principio solo era un resplandor que se podía adivinar detrás de las nubes de nieve y polvo que había en el cielo, pero después, a medida que se precipitaba, lo que sea que fuera eso, apareció por fin por entre las formaciones gaseosas. No puedo asegurar qué es lo que era, tan solo que era enorme y de forma irregular.

A medida que se acercaba al suelo, iba haciendo un ruido rarísimo, como el sonido de un soplete recién encendido, pero en un nivel de fuerza muy superior a este. Ha caido cerca de aquí, a no mas de ocho kilómetros de mi posición. No puedo decir donde, pero ha caido en los alrededores del sur de Madrid.

Al caer, la explosión ha sido enorme, y al cabo de unos minutos, una gran ola de viento y de calor ha llegado hasta mí, tirándome al suelo la onda expansiva. ¡Me cago en la puta! ¿Y si es una puta bomba atómica? Estoy en un mal sitio, la radiación llegará aquí en breve...

No sé qué hacer. Mi cuerpo lucha con la idea de acercarme a ver qué puede ser ese objeto incandescente, pero mi cabeza le ordena a mis piernas que ni se las ocurra moverse de donde están. ¿Y si fuera un meteorito? Joder, nunca he visto uno. Pero, ¿Y si es un Ovni? Llamadme loco, pero yo estoy seguro de que eso no era una piedra. Pero entonces ¿Qué puede ser? Madre mía...

¿Pensadlo por un momento. ¿Y si alguno de los países poderosos de este planeta lograron de verdad hacerse con tecnología alienígena y... Joder, estoy desvariando. Madre mía, alienígenas. Estoy como una puta cabra.

No sé qué hacer, en serio. De momento me quedaré aquí. No puedo arriesgarme. Estoy seguro que mas de uno se acercará a ver lo que allí haya caido. Desde mi posición se puede ver a lo lejos una gran nube negra que se pierde en la tormenta que es ahora el cielo madrileño. El techo del mundo se ve iluminado por el fuego de lo que sea aquello que ha caido, y debe de ser muy grande para que se vea desde aquí.

Ahora mismo estoy eufórico. No sé qué hacer, de verdad. Como os he dicho, de momento me voy a quedar aquí... No. Mejor voy a salir a ver si veo a alguien. La explosión ha tenido que sacar a la gente de sus escondrijos. Y tengo que aprovecharlo como sea a mi favor.

Me pondré en breve en contacto con vosotros. Saludos desde aquí, como siempre, desde el otro lado.

Deseadme suerte.

lunes, 15 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXVII

Buenos y ventosos días a mis compañeros radiofónicos.

No sé el resto del mundo como va, pero Madrid es una sucesión de días con estados climatológicos de los mas adversos. Si ayer nevaba copiosamente, hoy ha tocado una granizada de aupa, que deduzco se habrá cargado las pocas plantas que me quedaran vivas en los huertos. Mi mala suerte es increible. No salgo de una y me meto en otra.

Como podéis notar, aunque mi voz aun es un poco ronca, ya me he curado casi por completo de mis problemas con la tos. Parece que los virus me han dejado de lado.

Las cosas por aquí no han cambiado mucho. Los generadores de enetgía me aportan la potencia necesaria para poder paar este temporal mas o menos calentito, y las reservas de comida aun no se han vaciado. Ahora que lo digo ¿Qué tal está el tema de conseguir comida por vuestras zonas? Lo digo porque aunque a mi de momento no me falta casi de nada, excepto lo obvio, he estado hablando hace un rato con un refugiado en la capital, y me contaba que la gente se mata por las latas de conserva.

He sabido que en la zona de la capital, las bandas se han establecido por barrios y ninguna de ellas atraviesa las zonas delimitadas si no es por razones imposibles de obviar. Es decir, la falta de alimento.

Me contaba este hombre que esta mañana dos bandas estaban enfrascadas en una enorme pelea porque había llegado a los oidos de una de ellas que la segunda guardaba incipientes cantidades de comida enlatada. Eran unas veinte personas mas o menos, y se han liado a palos entre ellos hasta que han sobrevivio tan solo dos individuos, uno de cada banda y han llegado a un acuerdo. No me ha podido indicar cual había sido el trato al que habían llegado, pero no les ha dado tiempo a sentarse a fumarse la pipa de la paz, porque en cuanto todo se había calmado, una tercera banda ha aparecido en escena y se ha cargado a machetazos a los dos infelices. Moraleja, las tres se han quedado sin conservas.

Matar por la comida, me ha estado contando, es algo de lo mas habitual. Todas las noches salen verdaderas batidas de personas rebuscando entre los pisos que aun quedan en pie, buscando la socorrida lata de conserva que les saque de la terrible hambruna a la que se ven sometidas día a día. Lo peor es que cuando alguno de ellos consigue encontrar aunque sea un simple sobre de cola-cao, los demás se abalanzan sobre ellos para arrebatárselo, aunque eso signifique la muerte.

De momento por aquí no ha llegado ninguna banda reclamando su lugar en el trono de mi ciudad, pero aun así rezo para que siga siendo así.

Os dejo con la última transmisión de un viejo conocido del Perú. Cdebroncas. Otro que cada vez que me manda un mensaje, me pone el corazón en vilo. Las cosas que están sucediendo por aquellos lares no son normales, y tienen tintes de novela sobrenatural. Os dejo con él:

¿¿Jose me escuchas?? Soy Ma…que diga Cdebroncas.

Espero que sigas vivo tío, yo casi ni la cuento. No solo me tocó pelear con este Apocalipsis que estamos viviendo, sino también tuve que vérmelas con una fiebre de mierda que me atacó hace más de dos semanas. La verdad es que estuve a punto de morir. Fue tan solo el instinto de supervivencia que me arraigó a esta vida, estas ganas de ver al mundo como lo conocí alguna vez, el color azul del cielo que recuerdo todas las mañanas, el saludo a los vecinos, el pan caliente para el desayuno. ¡Carajo! ¡El besarle los labios y los pechos a una mujer antes de morir!

Esas cosas que te complementan la vida, esas pequeñas cosas que te hacen vivir, son las que me dieron la fuerza necesaria para poder seguir en este mundo de mierda que nos ha tocado ahora.

- Cof…cofff. A pesar de que la fiebre ha cesado, aun me quedan algunos malestares, ¿Sabes lo jodida que puede ser una tos cuando quieres pasar desapercibido para buscar comida o medicinas? Las de Caín que tuve que pasar para buscar las medicinas e inyectables. Gracias a Dios que pude conseguir un libro de enfermería, que me ayudó a saber qué medicinas tomar para esta enfermedad. Y déjame decirte amigo mío, que no estoy orgulloso de todo lo que tuve que hacer para conseguir dichos antibióticos.

Supongo que el refugio ya no es un lugar seguro, todas las noches escucho a alguien gritar:

- ¡¡Sabemos dónde estás!! ¡¡Tu hora llegará!!

Creo que gritan al vacio para escuchar alguna respuesta mía y dejarse guiar por el sonido de mi voz, pero saben por donde gritar y eso es lo que mas me asusta. Ya no puedo salir a buscar comida, temo de que estén rondando cerca, y además, lo que tenía almacenado está a punto de acabarse.

Ahora apenas prendo las luces, solo cuando es realmente necesario. No quiero darles señal de nada. A pesar de que mi escondite es subterráneo, no quiero arriesgarme. A veces se me pasa por la cabeza que es el momento de migrar, buscar otro lado u otro país...

¿Sabes? Nunca he sido una persona muy sedentaria, siempre me ha gustado salir y correr, y lo que me ha definido es que siempre tomo al toro por los cuernos y enfrentarme a él… ¿Pero qué pasa cuando el toro es un tío con una fuerza tres veces superior y que espera beber tu sangre con el mismo o mayor deseo que tú de comer un buen filete? Pues eso es lo que pasa por aquí.

¿Recuerdas que te conté de los obreros que habían encontrado al borde de la muerte? Esa fue la bomba por aquí. El gobierno no pudo ocultar más su participación en todo esto. Se encontraron documentos y vídeos que relacionaban directamente a altos funcionarios del Estado con todo lo ocurrido. Supongo que deben de haberse llevado gran parte de la torta para dejar que LabPetrum manipulara al sistema a su antojo.

¿Y sabes qué es lo mas extraño? Que no hicimos nada. Te diré que el que no estaba comprado al menos estaba alquilado en todo esto. Parece que todos estaban empujando el mismo carro, pero lo que no sabían era que lo estaban llevando al acantilado mas profundo, porque es ahí donde hemos caído.

A los obreros que encontraron los pusieron en cuarentena y entraron en un profundo coma. Estuvieron así aproximadamente dos meses. En este tiempo no presentaban ningún tipo de reacción y la única forma por la que podían alimentarse era por tubos.

Un día, una enfermera cometió un error. Debía hacer un trasplante de sangre a uno de los obreros, pero le dio la sangre equivocada. Por aquí, eso sucede muy a menudo. El trabajador, a los pocos segundos entró en shock y empezó a convulsionar. Era la primera vez que alguien reaccionaba tan rápido a sangre ajena a su organismo. Le inyectaron de todo y las convulsiones no se detenían… hasta que lo hicieron, y el obrero dejo de moverse y exhaló algo así como el último aliento de vida.

Pero no murió, sino al contrario, se despertó. Empezó a tener una recuperación milagrosa. En 16 horas estuvo totalmente recuperado. Parecía que no hubiera pasado nada, tan solo la falta de cabello era lo que le hacia recordar por el infierno que había pasado. Le siguieron dando mas suero pero de nada servía, lo único que parecía tener un efecto positivo en su organismo era la sangre. Se la empezaron a inyectar cada vez con mas frecuencia hasta que dejaron de inyectarlo y empezaron a dárselo en un vaso. Si, así es; empezó a beber la sangre como si de agua se tratara.

A los pocos días no solo salio de cama, si no que en los exámenes médicos tenía los mismos resultados que un atleta. También su contextura física había cambiado. No solo había mejorado, sino que parecía un atleta; agilidad, fuerza, inteligencia... Y no solo era eso lo extraño. Cada vez que hacía un gran esfuerzo, ya fuera físico o mental, necesitaba un poco de sangre.

Ahora una duda se creaba en la cabeza de los científicos, ¿Debían despertar a los demás?

Había gente que se oponía a ello, ya que decían que bastaba con un monstruo toma-sangre y no iban a soportar a otro igual. Tampoco se sabía que la sangre ajena iba a tener el mismo resultado en los demás obreros, aunque en la otra vereda estaba el gobierno presionando para que se diera carta libre a este proyecto. No sé qué tenían en mente, pero supongo que crear su propio capitán América, aunque aquí serian mas de uno.

Ya te puedes imaginar quien ganó ese tira y jala. El gobierno estaba preparado para hacerlo, y no le importaba lo que pensara el pueblo. ¡Como si alguna vez le hubiese importado! Estaban decididos a continuar con su plan, y estaban seguros de que funcionaría. No contaban con que empezaría la guerra.

Bueno, hasta aquí es lo que sé de todo esto.

Te preguntarás ¿Como lo sé?... Pues todo está en las notas del ex militar al cual perteneció este refugio. Parece ser que era un enfermero en la base militar en donde tenían a los obreros, por lo que dudo mucho que haya sido uno de los científicos. El tío estaba completamente loco. Aunque sus notas me han servido de mucho, y bueno, he cumplido con trasmitírtelas para que se conozca lo que paso aquí. Voy a contar esta historia a todos. Se necesita conocer qué es lo que ha pasado en mi pais.

Bueno, no supe nada de los obreros... hasta el día de hoy, que empezaron a gritar que saben dónde estoy.

Tengo que cortar. Ya está oscureciendo y es peligroso que vean aunque sea un mínimo de luz.

Adiós, espero que sepas de mi pronto.

Lo que me faltaba. ¿Vampiros? No puede ser. Me está vacilando. No es posible que esto esté pasando de verdad. ¿De verdad es posible que se hayan realizado experimentos a espldas de los gobiernos "civilizados" de esta índole? ¿Y los servicios secretos no se han dado cuenta de ello? ¿Y de donde ha sacado el dinero el Gobierno de Perú para poder llevar a cabo tales investigaciones? Porque lo que está claro es que lo que de verdad cuesta en una investigación no es el descubrimiento o el objetivo en si, sino el silencio de todos aquellos que están involucrados en los hallazgos. Y un hallazgo así, no debe ser muy barato precisamente...

Tan solo decirte Cdebroncas, que luches por tu bastión, que es lo único que te queda por defender, y no te dejes llevar por el miedo y la pena. Tú estás seguro, y ellos están fuera. Lucha con todas tus fuerzas por tu casa. Es lo único que te pertenece. Ahora esa es tu patria. Tu bandera.

Espero volver a escuchar buenas noticias en breve sobre tí.

Saludos desde el otro lado.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXVI

Puedo aseguraros que en este tiempo de infortunios y depravación he escuchado muchas historias a través de las ondas de esta vieja radio. He escuchado a padres perder a sus hijos. A hijos perder a sus padres, y a gente contando como padres e hijos perdían las vida a la vez. He llegado a escuchar como hijos y padres se enfrentaban por algo de comida... ¿Pero lo de ayer? No. Como lo de esta pasada noche no lo había escuchado nunca.

Anoche antes de acostarme, pensé que quizá alguien pudiera estar emitiendo desde otras frecuencias, y que no tenía por qué ser yo el precursor de este modo de vida al que nos estamos acostumbrando algunos. Pensé que quizá, con suerte, cazase alguna transmisión de algún desconocido, e incluso la de alguien de la cercanía que supiera de mi posición aproximada, y prefiriese comunicarse con quien fuese desde otra frecuencia, para que yo no la interceptara al emitir y grabar siempre en esta frecuencia desde la que os hablo.

Pues bien. Creca de hora y media estuve intentando captar algún mensaje, alguna señal de alguien emitiendo desde este rudimentario formato. Pero me fue imposible. La radio sonaba vacía. Sólo con estática. Como mis intentos fueron infructuosos me fui a la cama y dejé grabando por si acaso, con la esperanza de que, por una vez, Murphy estuviese de mi lado.

Y lo estuvo. Vaya si lo estuvo.

No os avanzo nada, para que lo conozcáis vosotros mismos y escuchéis lo mismo que yo.

¡¡¡Bienvenidos a radio locura!!!

Un nombre no muy original, lo sé, pero mis experiencias han hecho que se me escapase la poca cordura que tenía tras este conflicto, así que, ¿Para qué ser original? Hoy todo el mundo es original, al fin y al cabo en cuanto se acaban los suministros hay que empezar de cero e inventar algo que los produzca, y aunque esos inventos ya estuvieran inventados otros toman la autoría de ellos, por lo tanto, ser poco original es lo que mola hoy en día.

¿Se sigue diciendo mola? ¿Estoy desvariando? Probablemente…Jajajajajajaja...

Ejem, perdón por la locura de mi amigo, soy Luis del Olmo y estamos aquí, en Bielva, Cantabria, retransmitiendo para todos aquellos radioyentes que nos seguían antes del conflicto...

¡¡ES BROMA!! ¡Sigo siendo yo, vuestro loco de las ondas! Luis del Olmo probablemente esté más muerto que el Dalai Lama, al fin y al cabo ¿Cuántos años tenía antes de empezar el conflicto? ¿60, 70? Por cierto, que tío más soso que era. Más pasta que un torero y se seguía despertando a las 6 de la mañana, e incluso eso le parecía tarde. Esto era de un cómico que escuché una vez en internet, que probablemente también esté muerto, así que digo que es mío y punto..., ..., ..., Mierda. No debería haber dicho eso en antena, ahora me demandarán,

Jajajajaja…….. ¿No echáis de menos a los abogados? Yo si. Representaban que si la cagabas, para que te pasara algo tenía que haber un juicio, pero ahora, si la cagas, mueres.

¿Por donde iba...? Ni idea, en fin qué más da. Para aquellos que quieran hablar conmigo, pues no se puede... ... ... ¡jajajajajajajaja! No es que no quiera, pero este trasto que tengo entre mis manos solo sirve para retransmitir.

Os contaré una historia. Érase una vez Caperucita Roja y el Lobo Feroz. El Lobo era el marido de Caperucita y era un cabrón maltratador. Caperucita iba a visitar todos los días a su abuelita para desahogar sus penas y ella le dijo que cuando muriera le dejaría todo su dinero y así podría huir. Pero la jodida abuela era más resistente que Carrillo... ¿Alguien recuerda a Carrillo? ¿No? ¿Nadie? Bueno pues a joderse que no me voy a parar para dar explicaciones...

El caso es que Caperucita, aburrida y hastiada ya de todo convenció al cabrón de su marido para que matase a su abuelita y justo en el momento en el que lo hacía, llamo al Leñador/policía, que era todo en uno, e incluso tenía una carpintería, para que le detuviera. Como el Leñador/policía estaba más colgao que un servidor, fue directo a por el Lobo a pegarle de hachazos. Con el asesino descuartizado y su abuelita muerta, Caperucita pensó que por fin se había librado y encima tendría dinero para empezar una nueva vida. Pero no calculó que el Leñador/policía tenía más ansias de matar, así que Caperucita acabó muerta, descuartizada y en el estómago del Leñador/policía, el cual murió de una indigestión al día siguiente.

Moraleja de este cuento adaptado a los nuevos tiempos. Este nuevo mundo apesta.
Hagamos una pausa para comer, que en cualquier momento vendrán a traerme la comida. ¿Qué tocará esta vez? ¿Pizza? ¿Hamburguesa? Lo sabremos después de la publicidad…”I like eat your mom brain”… Si alguien se lo estaba preguntando, sí, era yo cantando, ¿Os ha gustado? Pues podéis comprar mi disco en El Corte Inglés a tan sólo cinco euros. Corred que la oferta se acaba.

Y aquí está la comida, un magnifico chuletón con patatas fritas, muchas gracias chaval.
-Pero si solo son verduras
-¿Tú eres nuevo verdad?
-S-si
-Pues si yo digo que es un chuletón, es un chuletón y te callas. ¿Entendido?
-S-si
-Siéntate. ¡Que te sientes joder!
Clink
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Joder, mi mano.
-Para aquellos radioyentes que se estén preguntando qué es lo que ha pasado, comenzaré mi relato de estos hechos. Ejem, ejem…

Cierto, que tenía algo que contar. Empiezo.

El chico entró por la puerta con cara de aburrimiento, mientras miraba con desprecio al que había sido su salvador. Su salvador y el de todos, “¿Cómo se atreve a ponerme esa cara?” pensó el salvador del pueblo de Bielva. “Aquí está tu comida asqueroso loco”, dijo el chico. Tras esto, nuestro trepidante héroe no aguanto más. Había que darle una lección a ese insolente. Levantándose rápido como el rayo, le inmovilizó contra la mesa en donde estaba la radio y le clavó la mano a la mesa... ¡Mierda! He repetido "mesa" dos veces, y "salvador" muchas veces también. Bueno ¿A quien le importa? Estoy loco ¿no? Sigamos. "Para que aprenda” Pensó nuestro protagonista. Y así es como han sucedido los hechos, ¿verdad que si chaval?
-Si, si. Dios, duele.
-Prosigamos con el programa. ¿Qué más podemos hacer? mmm... Ese sonido tan repetitivo que se escucha soy yo pensando.

Mmmm... Ya está. Por primera vez tengo un invitado en mi programa, así que cuéntanos la historia de la recuperación de Bielva y cómo este pueblo al completo ignora mi locura por ser su salvador. Y yo que tú lo haría deprisa. Esa mano sangra mucho...

-V-vale, todo empieza tras los bombardeos…
-Un segundo, sólo un mensaje para aquellos radioyentes que estén rayados por mi velocidad a la hora de hablar. Tened en cuenta que estoy loco, y los locos no necesitan respirar. Esto sería algo así como un relato algo mal hecho en el que hay poquísimas comas y las que hay están mal colocadas. Sigue. No, espera. Los locos si necesitamos respirar ¿Entonces como lo hago para hablar tan deprisa? Bueno, da igual, sigue.
-Tras los bombardeos, la mayor parte de España quedó destrozada, y nuestro salvador, al que solo conocemos por su apellido, Ruiz, vio la situación clara y dijo que había que asaltar los cuarteles del ejército y de la armada en Santander. Reunió a un pequeño grupo de gente que creyó en sus palabras y se dirigieron en camiones a asaltar los almacenes. Los militares que custodiaban los hangares no solo les dejaron llevarse todo lo que pudieron, sino que les ayudaron pidiendo a cambio que les dejaran unirse a ellos. Cuando estuvieron bien pertrechados se instalaron en un pueblo bastante apartado llamado Bielva…
-Cómo disfrutaría destripándote, chaval…Como disfrutaría destripándote, chaval…Oh, perdón. Es solo una frase hecha. No te preocupes y sigue. ¡Que sigas joder!
-Perdón, perdón, ya sigo, ya sigo. Establecieron su base de operaciones en Bielva y fueron recorriendo todos los pueblos pequeños que no habían sido alcanzados por los bombardeos o que sólo lo habían sido parcialmente y se llevaron a todos aquellos dispuestos a cooperar. Empezaron a crear un pueblo prácticamente autárquico, hasta que llegó la segunda oleada de bombardeos y el posterior uso de armas químicas en todas las grandes ciudades. La gente se volvió loca, se convirtieron en saqueadores, en violadores y asesinos, y al final se corrió la voz de que en Bielva había de todo y que estaba pobremente defendida. Llegaron de todas partes, pobremente armados y sin ninguna idea de combatir algunos. Bien pertrechados y con experiencia otros. Al final del día, daba igual su equipo y su preparación, todos morían. Ruiz y su grupo eran una máquina de matar y las armas que habían robado al ejército les daban una clara ventaja sobre todos aquellos que intentaban saquear nuestro asentamiento. Hasta que llegó el que no debe ser nombrado…
-Eso es idea mía, qué les parece ¿eh? A lo Harry Potter, ¿A que mola? Vuelvo a repetir mola ¿Se seguirá usando?... Mmmm…Cómo disfrutaría destripándote, chaval…
-Bu-bueno, el caso es que apareció…

¡Crack!

-¡Apártate del chaval! ¡¡Vamos!!
-Bueno, bueno, si acaban de aparecer Zipi y Zape ¿Qué tal la vida? ¿Ya habéis aprobado todo en el colegio?

¡Clanck!

-¡¡Dios!! ¡¡Cabrón de mierda!!
-Ahora hay huevos de insultarme ¿eh?
-Suelta el cuchillo, venga. Recoge al chico y larguémonos de aquí
-Voy
-Este es mi programa y de aquí no se va nadie hasta que a mí no me salga de los cojones
-Deja de hacer el tonto, nosotros estamos armados y tú solo tienes un cuchi…

Clank. Crack. Pow...

-¡Dispara joder! ¡¡Dispara!!

Clanck.

-Estoy sangrando ¡Estoy sangrando!

Click

-¡No nos mates, no nos mates...! No nos mates, por favor...
-La próxima vez que te me pongas chulo no voy a dejar de ti ni las cenizas. Primero te mataré, después te cocinaré y te comeré, dejaré limpios los huesos y los partiré para chupar la medula, y para acabar los quemaré y me esnifaré tus cenizas. ¿Entendido?
-Dios, Dios...
-Porque no me llegas ni a la puta suela del zapato. ¡Ni a la puta suela! Ahora coged al chico y largaos, que me estáis jodiendo el programa.
-Vámonos, ¡Vámonos!
-Se te olvida la pistola gilipollas. ¡Cógela! Bueno, queridos radioyentes. ¿Por dónde íbamos? Ah si. La llegada del innombrable, y bla bla... ¿Sabéis qué? Me he aburrido. Además de que probablemente esto solo lo estén escuchando saqueadores, pero ese es mi objetivo, por eso doy el nombre del pueblo en el que nos encontramos. La lucha y la muerte son mi único objetivo desde que perdí la cordura y cada vez menos gente se acerca por miedo. Venid en busca de La Parca, no tengáis miedo, os mataré a todos. O mejor aún, matadme, liberadme del dolor y la locura, dadme una muerte de guerrero y cargaos a todos los hijoputas que habitan este pueblo y gracias a los cuales estoy como estoy.

“Pastores venir, a morir lentamente, a morir lentamente, na no ni no na"

En fin, hemos llegado al final de este programa. No olvidéis que la muerte os espera en Bielva, lenta y dolorosa o rápida e indolora, como preferíais. Voy a ir cortando la conexión. ¡Dios del Trueno y el Relámpago! ¡Gracias por tus regalos, pero ahora ya no son necesarios. Guárdalos, y déjame usarlos en otro momento!

-¿Qué cojones dices, zumbao de los cojones?
-Que apagues el generador, que no nos sobra electricidad, gilipollas.
-Cualquier día subo y te pego una hostia
-Me encanta este tío, je je je ju ju ju jia jia jia...


Esto es demencial. ¿A este hombre qué le pasa?

Nunca he oido nada como esto, y siento lástima por esa gente que vive en ese pueblo de Cantabria y vive atemorizada por la locura de este payaso.

Lo que más me preocupa de esto que habéis escuchado es la ignorancia de si este zumbado tendrá seguidores. Lo he estado pensado detenidamente, y estoy convencido de que es seguro. La locura y la degradación es lo que prima ahora en este mundo, y no me extrañaría que muchos delincuentes vean a este sujeto como un verdadero líder, que les mostrará el final del camino hacia su propia locura y perdición.

Creo que el caos siempre llama al caos, y este siempre le recibe con los brazos abiertos.

Cada vez tengo menos esperanzas en salir con vida de este problema mundial. Aun así, lo seguiré intentando...

Cierro la comunicación desde el otro lado. Hasta otro momento. Os habla, Jose Antonio.

lunes, 8 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXV

¿Hola? Siento si mi voz no suena bien, pero parece que el resfriado de la otra noche se me agarró a la garganta, y me encuentro un poco ronco.

¿Qué tal estáis? Yo, como véis, me encuentro fatal... bueno, tengo que reconocer que al menos no tengo fiebre pero... cof, cof, cof... un momento...

Cof, cof, cof...

La tos me está matando. No encuentro miel por ningín lado para poder hacer...cof... hacerme un brebaje de esos de los de mi abuela, de miel y zumo de limón y leche. Es insoportable, llevo dos noches sin dormir por culpa de la tos y cuando soy capaz de coger el sueño, me entan ganas de toser de nuevo. Un momento que beba un poco de agua...

La medicina que me tomé surgió efecto, y me quitó la mayoría de los efectos del resfriado. Lo único que me dejó es esta puta tos pero al menos, no me encuentro muy mal, sólo que me duelen los riñones y el pecho de no parar de toser...

No tengo mucho que contaros, la verdad. Lo único que puedo añadir a este reporte, es la incorporación de un nuevo miembro a nuestra familia cada vez más numerosa. Se trata de otro compañero de la Argentina, paisano de Larmdh. Vive en Tres Ríos si no me equivoco y en una tapera, que, espero que la próxima vez me explique qué es, porque no tengo ni idea, y por más que lo busco en el diccionario de mi estantería, no le encuentro el significado apropiado.

Os dejo con su mensaje:

Hola, espero que me escuchen...

Ejem... mi nombre es Héctor y estoy en Entre Ríos, Argentina... o lo que era Argentina.
Finalmente me decidí a transmitir después de haber captado las transmisiones por casualidad.

La capté una tarde lluviosa en la que estaba con uno de mis cada vez mas frecuentes ataques depresivos. La intensa lluvia hacía que fuera imposible salir a revisar mis trampas y me puse a revisar las frecuencias de AM y FM, al no encontrar nada, pase a la Onda Corta y capte la comunicación de Larmdh.

No pude escuchar le emisión completa, la radio que estoy usando es un viejo modelo con una batería que se carga con una manivela... la carga no dura mucho.

Estoy escondido en una tapera en medio del monte, no es mucho pero me mantiene seguro de los perros por la noche. La comida escasea pero la caza y los vegetales que cultivo, siempre y cuando los proteja de la lluvia, me permiten seguir vivo...

Perdonen que hable tan ansioso, pero hace meses que no hablo con nadie...

Bueno... ¡ah, si! Si estoy vivo es gracias a un político corrupto que era mi patrón. Yo era capataz en una estancia que criaba ganado. Cuando corrió el rumor, antes de los bombardeos, de que el ejercito iba a incautar todo el ganado de la zona, me ordenó que escondiera tantas como pudiera en el monte. Además de poder esconder unas 80 vacas, que ahora están muertas por el agua de lluvia envenenada, también me salvé del reclutamiento obligatorio o del fusilamiento si me resistía.

Este... Hace meses que no voy al pueblo, imagino que debe estar desierto después de la masacre que hicieron los refugiados y la inundación por la voladura de la represa de Salto Grande, todavía se ven los esqueletos, enredados en las ramas de los árboles de la costa que resistieron la fuerza del agua y en los humedales.

Se está acabando la batería y empieza a llover, tengo que tapar las verduras...

¿Saben en que fecha estamos? Perdí la cuenta de los días hace mucho...


Pues mira, yo tampoco estoy seguro, pero vamos alrededor del cuatro o cinco de febrero mas o menos. Seguro que al menos estamos a principios de febrero, eso si te lo puedo asegurar. Me alegro de que de momento las cosas no te vayan mal del todo. A veces la seguridad de la soledad, es mejor que la compañía de según qué personas.

Creo que ya os lo dije hace unos días, pero aun así os lo repi...cof, cof, cof... Perdón, repito. Para ver si alguien me puede asegurar que no es solo aquí en España. Hace al menos tres semanas que vengo viendo una luz anaranjada en el cielo. No conozco el mapa astral, por lo que no os puedo indicar exáctamente donde se encuentra. Lo único que puedo decir es que la luz es cada vez más intensa, como si estuviera más cerca. Espero que no sea un meteorito, porque lo que le faltaba a este planeta de mierda.

Por cierto que ahora que digo lo del meteorito. ¿Alguien se ha leido la novela La carretera? Yo... cof, cof, cof. Perdón. ¡Joder! Con eso de la tos, me lo he leido esta noche, y no me ha quedado muy claro qué es lo que ha pasado en esa tierra que describe el autor. Cuenta que todo está lleno de ceniza, por lo que yo he supuesto que quizá un meteorito cayó en la Tierra y por eso se diezmó la población humana y la fauna del planeta. Pero no sé qué fue con exactitud.

De todas formas, vaya planeta que describe. Espero que lo que pasa en la novela no esté pasando en la Tierra en la actualidad, o no todo lo que cuenta. El canibalismo y los saqueos ya sé que si... ¡Qué cabrón el Cormac McAndrew ese! Acertó de pleno... Bueno, ya hablaremos otro día.

Me despido de vovotros. Saludos desde el otro lado.

domingo, 7 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXIV

Recién levantado me encuentro, y con mono de emitir. Creo que todos los que me escucháis ya me conocéis, pero por si acaso, me presento. Soy José Antonio t estoy emitiendo Desde el otro lado a través de mi radio, algo que se olvidó hace mucho tiempo. Para los que no me conocen, como ya he dicho alguna que otra vez, simplemente soy una voz a través de la radiofrecuencia. No soy nadie especial. No soy un superhéroe ni tampoco el salvador de nadie. Conmigo no vas a aprender prácticamente nada, pero al menos intentaré informarte de todo lo que acontezca cerca de donde me encuentro, además de que si alguien se pone en contacto conmigo y me informa sobre lo que sea, en cualquier parte del mundo, no dudaré en compartirlo.

Soy José Antonio, y simplemente soy la voz de la esperanza.

He dormido creca de doce horas, y me encuentro hecho una puta mierda. Creo que la aventuira de la otra noche con el molino de viento ha diezmado mis defensas. De momento me he tomado un sobre de medicamento de esos diluidos en agua caliente y que sabe a rayos. Dice en el envoltorio " Con un dulce sabor a naranja". ¡Y una mierda! La naranja estará podrida, porque lo que es el sabor de el polvo ese, es asqueroso. Pero bueno, como bien decía un buen amigo mío, "Los medicamentos no tienen que saber bien, tienen que curar". Pues eso espero, que me cure. Porque tengo unos escalofríos y unas toses que no se las deseo a nadie. Creo que me ha subido la fiebre, y no tengo más que estos putos sobres...

Terminaré de contaros mi reparación de las torretas, y me vuelvo a la cama a dormir, a ver si puedo deshacerme de esta fiebre de mierda.

Cuando llegué a la torreta, me paré debajo de ella. Misterosamente había llegado allí sano y salvo. No podía perder mucho tiempo. El tiempo apremiaba y la tormenta de nieve parecía que estaba menguando. Si se iban el viento y la nieve, perdería la mayor cobertura que tenía para camuflar mis acciones.

Dentro del centro de mando de la gasolinera, había guardado antes de salir una mochila con todas las herramientas de las que disponía, además de tres linternas a pilas que me harían falta allí arriba para poder trabajar. No sabía qué es lo que me iba a encontrar, ya que las torretas de energía eólica no eran mi especialidad. Cuando llegué frente a las aspas, a más de quince metros de altura, el frío que hacía allí arriba era horroroso. Llevaba cuatro capas de ropa bajo el plumas, un par de pantalones de los que uno de ellos era para la nieve, de mis tiempos montañeros. Un par de guantes y un pasamontañas, además de unas buenas botas de senderismo, eran todos mis artilugios para combatir el gélido viento. Bien, pues con todo eso, estaba congelado.

Además de la bajísima temperatura en aquella altura, otro de mis problemas era el aire. He trabajado miles de veces con plataformas de ese tipo y en alturas similares, pero con ese viento, nunca. Si mis jefes me hubieran dicho en el pasado, que incluso con ese aire tendría que trabajar, me habría reido en su cara sin ninguna contemplación. El viento movía el mástil de la plataforma casi metro y medio hacia los lados. Estaba cagado de miedo, porque nadie se acostumbra a ese vaivén cuando se encuentra a semejantes alturas, además de que te mareas de una manera excesivamente rápida.

Cuando por fin llegué a la zona que juntaba el mástil propiamente dicho con las aspas, encontré una argolla de metal soldada a la columna a escasos centímetros de la parte mas alta. Sacando la cuerda de la mochila, la até con un nudo a la argolla y rodeé el cubo y la columna con la misma. Seguía moviéndome, pero no tanto, solamente si la columna cimbreaba demasiado. Una vez acerqué la cara a los engranajes, descubrí que se encontraban completamente oxidados. El agua y el frío había abatido al enemigo de Don Quijote.

No me preguntéis qué es lo que hice para que eso comenzara a funcionar, porque no tengo ni idea. El caso es que empecé a engrasar aquellos engranajes con delicadeza, empapando todo cuanto veía con grasa de la que me encontré en el hangar del alumbrado público. Y cuando menos lo esperaba, aquello hizo un chasquido y las palas comenzaron a moverse. Al principio, muy despacio, pero a medida que iban pasando los segundos, iban cada vez más rápidas. Pero lo más curioso, es que la segunda, que tambien se encontraba parada, también comenzó a girar, sin que mis manos intercedieran en sus mecanismos. De locos...

Y eso es todo. Bajé de allí, recogí las herramientas y me volví a llevar el vehículo hasta un descampado que había por allí, a unos dos kilómetros de mi casa. No podía arriesgarme a dejarlo allí, después de todo lo que había hecho sin que me descubrieran. Si mas adelante tuviera que utilizarlo, al menos ya sabía donde estaba.

Llegué al refugio pasada una hora más o menos. Estaba empapado y me dolían los huesos de lo ateridos que se encontraban. Me quité la ropa, encendí el calefactor que tenía en la sala de la radio, y me quedé dormido. Estuve así casi medio día, y cuando me desperté tenía fiebre y me seguían doliendo los huesos. Al menos lo había conseguido. Ya tenía energía de nuevo.

Y esto es todo hasta aquí. Tendréis que entender que omitiera los detalles sobre las veces que tuve que orinar desde allí arriba y esas cosas. Creedme, mola mucho hacerlo desde semejante altura y ver hasta donde eres capaz de llegar. Lo malo es como se te queda luego el aparato y lo difícil que es que luego vuelva a entrar en calor...

Bueno, pues esto es todo por hoy. Espero volver a escuchar la voz de algún conocido, y sobre todo recuperarme de lo que sea que tenga. Mas me vale no cogerme una pulmonía, porque sino, la hemos liado, y muy bien.

Saludos Desde el otro lado.

Desde el otro lado. Entrada XXIII

Bueno, pues ya estoy aquí de nuevo y con una taza de café aguado para entrar en calor. ¿Por dónde iba? Ah, vale...

Pues eso, yo allí parado, en medio de la nave, con dos vehículos llenos de gasolina y la cara putrefacta de un tipo asomando por entre la nieve. Y yo sin las llaves del vehículo. Un panorama digno de narrar.

Empecé a dar vueltas por todo el taller, de arriba abajo. Entré en las oficinas, vacié los cajones del armario metálico destinado a la mecánica de los vehículos, dentro de las plataformas, en los camiones... Hasta que caí en la cuenta. ¡Seré gilipollas! A la entrada, había un pequeño armario metálico que ponía: "Llaves de los vehículos". Pues claro, no van a estar puestas... Así que me dirigí gacia el armario, y lo abrí. Para mi asombro, no estaban las llaves allí tampoco.

Mi gozo en un pozo. Después de liarme a patadas con todo lo que vi frente a mi, me dejé caer sobre una montaña de palés y empecé a pensar con detenimiento. Si aquel cadáver tenía la garrafa de gasolina en la mano, frente a la plataforma, y yacía con un tremendo golpe en la frente... ¿Quien se lo había dado? Y lo más importante. ¿Por qué el agrsor no se había llevado la plataforma si ya tenía la gasolina y el vehículo? Me acerqué al cadáver momificado de aquel pobre hombre y empecé a desenterrarlo. Estaba tieso y seco, y a diferencia de lo que yo mismo podría pensar, no olía absolutamente a nada. Se le veían a través de las mejillas las muelas y parte de la lengua, negra como la oscuridad de un silo de misiles.

Cuando por fin le desenterré por completo, encontré la razón de que allí estuviesen los vehículos sin que se los hubiesen llevado. El muerto portaba una pistola en la mano izquierda, que se encontraba reposando sobre su regazo con uno de los delgados dedos sobre el gatillo. Por lo tanto, había disparado a alguien, y ese alguien o había sido herido de gravedad y decidió pasar de los vehículos, o simplemente había muerto allí.

Me coloqué detrás del muerto y coloqué mi cabeza detrás de la suya, a la misma altura, para poder ver lo que él mismo veía antes de morir. Una vez visualizada la zona sobre la que él estaba mirando, cogí una oxidada llave inglesa que se encontraba sobre la parte trasera de la plataforma, y la hundí en la nieve justo a los pies del pistolero. Con la llave en la mano comencé a andar hacia delante, en línea recta y sin sacar de la nieve la herramienta, hasta que a apenas seis metros del cuerpo, topé con algo duro y que sonó a hueco. Comencé a retirar la nieve, hasta que descubrí enterrado el segundo cuerpo. Tenía tres agujeros en el pecho, y un cuarto a la altura del cuello, mientras con su mano derecha agarraba una llave de tubo enorme, de esas que se utilizaban para aflojar las tuercas de las ruedas de los camiones. Las heridas eran mortales de necesidad.

Me imagino la situación. El pistolero entra en el hangar mientras el portador de la llave de tubo le sigue sin que el primero se dé cuenta. El primero, encuentra la garrafa de gasolina, y se acerca hasta el vehículo para derramar todo su contenido. El segundo, que ha entrado sin hacer ruido, encuentra la llave y se acerca por detrás a su presa, que se encuentra enfrascada en abrir la garrafa. La llave se introduce con un golpe seco en su cráneo y cae redondo al suelo. El agresor, pensando que se ha cargado al primero se da la vuelta y recibe cuatro disparos a bocajarro del pistolero...

Era una bonita historia, pero aun me faltaba algo. Las llaves. Miré la mano izquierda del "mecánico" y allí estaban las culpables de las muertes de aquellos dos desgraciados. Debió de darse la vuelta confiado de que se habría cargado al pistolero, y cogió las llaves del cajetín de la entrada, pero al acercarse al supuesto muerto para arrebatarle la garrafa de gasolina, este, agonizante, le descerraja los cuatro tiros y mueren los dos desangrados... por suerte para mí.

Había conseguido las llaves, gasolina, un vehículo y un arma. Pues aunque parezca mentira, los problemas no se habían acabado ahí. Al poner las llaves, y girar la cerradura de la plataforma, no sucedió nada. Nada de nada. Evidentemente, en el asiento del copiloto se encontraba recostado y con cara de suficiencia Murphy, dándome a entender que, como siempre, las cosas no se pueden poner peor, hasta que empeoran.

Me bajé del coche y esta vez sí tuve suerte. La batería se había descargado despues de tanto tiempo sin usarla. Pero alguno de aquellos locos ya habían caido en la cuenta, y había un aparato de color rojo con una manivela en su lado derecho y conectado con unos cables de color rojo y negro a los polos de la batería del vehículo. Comencé a girar la manivela como un loco. Una, dos, tres, cuatro veces. Cuando llegué a las cien vueltas, me volví a subir al vehículo, y arranqué. Después de toser un poco, el vehículo arrancó, y mi cara se iluminó a través del espejo retrovisor. Murphy se mosqueó no sé por qué, y desapareció.

Lo único que había sido capaz de hacer en un coche en mi juventud, además de practicar sexo con mi chica, fue meter la primera y avanzar durante trecientos metros en línea recta, hasta que metí la segunda y el coche se me caló. Desde entonces, como mucho tocaba los mandos de la radio y cuando me lo pedía mi novia, abría la guantera para cambiar de cd. Pues ahora tenía que ser capaz de mover un bicho de tres mil y pico kilos, sin tener ni idea de cómo hacerlo, sin contar por supuesto, con que desde allí a mi casa habían unos siete u ocho kilómetros, y encima con todo lleno de nieve.

Así que armado de valor, pisé el embrague, metí la primera, y comencé a soltar el embrague mientras pisaba suave el acelerador. Aquello comenzó a revolucionarse de manera exagerada, mientras el tubo de escape petardeaba pero las ruedas no se movían ni un centímetro. Yo pisaba el acelerador, pero aquel vehículo decía que no, que no se quería mover. Y claro, caí en la cuenta de que si no quitaba el freno de mano, no iba a ningún lado. ¡Qué Odisea! Ni Aquiles pasó tantas calamidades como yo dentro de aquella plataforma.

Por fin me moví. Al principio empezó a andar despacio, ya que yo no me atrevía a pisar mucho el acelerador, pero cuando ya por fin me sentí un poco más seguro, avancé un poco más rápido por entre la carretera llena de nieve. Tengo que confesar que no pasé de los veinte kilómetros por hora, pero desde mi posición parecía que estaba en un monoplaza a trescientos kilómetros por hora.

Iba por la carretera intranquilo por lo que me pudiera encontrar, ya que no veía mas allá de ocho o diez metros. Intenté circular sin las luces, pero era imposible. Me estaba arriesgando demasiado, pero mi propia supervivencia estaba en juego. Después de casi una hora, llegué a la gasolinera, y me paré frente a la columna eólica.

Y... Y ahora me voy a dormir que se me caen los ojos de sueño. Dejaré la grabadora encendida por si alguien se pone en contacto conmigo esta noche y me trae noticias importantes que reportar. Mañana os cuento la tercera parte de mi "Aventura con la reparación de una torre eólica".

Soy José Antonio, y estoy emitiendo desde el otro lado.

Desde el otro lado. Entrada XXII

¡Madre mía! Cuanto tiempo sin hablar por la radio... ¡Una semana nada menos! Me ha parecido un mes...

De nuevo he tenido problemas de suministro, pero ya he sido capaz de subsanarlos todos. Como ya sabéis, mi electricidad la recibo a través de un par de columnas eólicas colocadas en una gasolinera "verde", pero debido a la falta de mantenimiento dejaron de funcionar. Pues bien, le he echado huevos al asunto y por fin lo he arreglado. De perdidos al río.

Las nieves de nuevo me volvieron a joder los paneles, ya que no tuve tiempo de recoger la suficiente energía solar para hacer funcionar los aparatos eléctricos de mi casa, por lo que he estado tres días sin nada de calefacción. Casi me muero congelado, por lo que tomé la decisión de encontrar la manera de arreglar las torretas.

El mal tiempo corría de mi lado en cierto modo, ya que la tormenta de nieve podía ayudarme a la hora de realizar cualquier trabajo en aquellas columnas, porque el viento soplando a través de una ciudad fantasma como la mía, hace más ruido del que parece, y si a esto le añadíamos que la nieve evita el paso de cualquier fuente de luz, si no había nadie lo suficientemente cerca de la gasolinera no sería descubierto.

Os cuento cómo lo hice para subir quince metros, que es lo que he descubierto que medían las torres. En medio de la noche, salí a la calle bien abrigado en busca de algún vehículo que hubiera servido en su momento a los trabajadores del Alumbrado Público de la ciudad para subir a arreglar las farolas de la calle. Yo trabajaba en el mismo sector laboral, solo que en la capital madrileña, por lo que sabía que tenían que utilizar un vehículo conocido como "plataforma" para reparar las luces fundidas. No era más que un pequeño camión equipado con unas patas hidráulicas y una grúa, provista de una cesta donde el trabajador se podía introducir, y en el que gracias a unos mandos colocados en la misma podía manejar él solo para subir a grandes alturas.

Creía saber dónde se encontraba la nave de almacenamiento de la empresa que se encargaba de tal trabajo, por lo que hacia allí me encaminé. Llegué pasadas casi tres horas, después de andar por lo menos nueve kilómetros, ya que trasladarse a pie a través de la nieve y de noche, es bastante difícil, sobre todo contando con que tenía que hacerlo a oscuras.

Llegué exhausto y tiritando, por lo que allí dentro pasé la noche, en una nave abandonada a la intemperie, con las ventanas rotas y llena de goteras. Me metí en uno de los camiones y me tapé con el abrigo que llevaba. No era suficiente para calentarme, por lo que después de estar allí un rato tiritando y pensando qué hacer, decidí ponerme al trapo por si la tormenta amainaba.

Tengo treinta años, pero nunca en mi vida he visto un temporal de nieve así. Lleva casi un mes nevando casi a diario, y como ya no hay científicos ni televisión para dar las noticias no sé a qué puede ser debido. Es muy posible que la Tierra se esté vengando de nosotros. Somos pocos, y nos va a matar lentamente a base de tormentas de nieve, huracanes y terremotos.

Había dos plataformas allí paradas. Una de ellas tenia el depósito por la mitad, mientras que la otra estaba vacía. Seca como un charco en agosto en medio del desierto. Y claro, apareció el puto Murphy para recordarme que gracias a su ley, la que estaba seca era la única que me podía servir, ya que la otra tenía una pluma muy pequeña. Después de cagarme en todo lo vivo, y pedir disculpas por si os manché a alguno de vosotros, empecé a dar vueltas por aquella nave en busca de algo de gasolina.

Cuando ya estaba harto de dar vueltas como un idiota, la suerte me llamó, y fui a darle una patada a una garrafa de veinticinco litros tapada por la nieve. Estaba justo a los pies del vehículo, pero como la nieve me llegaba casi hasta las rodillas, no la había visto. Cuando la desenterré de aquella capa blanca, algo estaba aferrado a la garrafa. Un cadáver reseco y gris agarraba el asa de plástico cual Indiana Jones al Santo Grial. Estaba allí tirado, frente al vehículo y con un brutal golpe sobre la sien derecha, con el hueso quebrado y hundido varios centímetros hacia dentro. ¡Menudo susto me dió el hijo...! Lo siento. El pobre debió de pelear por el vehículo y perdió la lucha.

Tras arrancarle la garrafa de los dedos, de manera literal por cierto, llené el depósito para irme de ahí lo más rápido posible, ya que llevaba demasiado tiempo al descubierto, y si alguien había pasado una vez por allí, podrían pasar dos y tres veces mas. Pero claro, hay un detalle buenísimo en el que todos habréis caido, pero que yo no hice, y que me dejó sintiéndome como un gilipollas. ¿Cómo arranco el motor del vehículo? ¿Con el dedo? No tenía las llaves. No tengo carné de conducir, es más, no sé conducir. ¡En mi vida lo he hecho! Vaya plan...

Y allí estaba yo, como un gilipollas con un vehículo lleno de gasolina, un muerto a mis pies y una cara de tonto que no os podréis imaginar...

¡Fiiuuuuuuuuuuuuu!

Os dejo por un rato, que ya tengo la cafetera a punto para entrar en calor. Os veo en un rato. Ya sabéis quién soy y desde donde emito...