domingo, 21 de febrero de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXVIII

Saludos desde Madrid. Siento hablar de forma tan atropellada, pero si os cuento lo que acaba de suceder aquí en donde vivo, no os lo vais a creer. Os lo cuento desde el principio, porque es alucinante. Aun estoy temblando, pero no sé si de miedo o de emoción.

Aquí en Madrid está cayendo una nevada de aupa. El temporal es muy frío, y no recuerdo una nevada tan intensa desde al menos el año dos mil nueve, allá por el mes de Enero. Nos pilló en medio de la jornada de trabajo, y fue tan repentina, que nos dejó atrapados en el camión de la empresa en medio de una autopista. En cinco horas y media, tan solo recorrimos tres kilómetros. Pero lo de estos días, supera con mucho lo de aquella temporada.

Bueno, al grano que me difumino. Estaba en el refugio, en la habitación donde tengo la radio. Me encontraba tranquilamente colocando cubos y barreños para paliar los efectos de las goteras a causa de la nieve cuando de repente, un enorme estruendo y un zumbido ensordecedor, me han obligado a salir de mi escondite para encontrar el origen de tal escándalo.

Enroscando el rifle que conseguí el otro día alrededor de mi cuello, y poniéndome el máximo posible de ropas de abrigo, he salido al exterior en busca de aquel extraño sonido. Y lo que he visto, me ha dejado sin palabras.

Una enorme bola de fuego de color rojo anaranjado, cruzaba el cielo a una velocidad increible. Al principio solo era un resplandor que se podía adivinar detrás de las nubes de nieve y polvo que había en el cielo, pero después, a medida que se precipitaba, lo que sea que fuera eso, apareció por fin por entre las formaciones gaseosas. No puedo asegurar qué es lo que era, tan solo que era enorme y de forma irregular.

A medida que se acercaba al suelo, iba haciendo un ruido rarísimo, como el sonido de un soplete recién encendido, pero en un nivel de fuerza muy superior a este. Ha caido cerca de aquí, a no mas de ocho kilómetros de mi posición. No puedo decir donde, pero ha caido en los alrededores del sur de Madrid.

Al caer, la explosión ha sido enorme, y al cabo de unos minutos, una gran ola de viento y de calor ha llegado hasta mí, tirándome al suelo la onda expansiva. ¡Me cago en la puta! ¿Y si es una puta bomba atómica? Estoy en un mal sitio, la radiación llegará aquí en breve...

No sé qué hacer. Mi cuerpo lucha con la idea de acercarme a ver qué puede ser ese objeto incandescente, pero mi cabeza le ordena a mis piernas que ni se las ocurra moverse de donde están. ¿Y si fuera un meteorito? Joder, nunca he visto uno. Pero, ¿Y si es un Ovni? Llamadme loco, pero yo estoy seguro de que eso no era una piedra. Pero entonces ¿Qué puede ser? Madre mía...

¿Pensadlo por un momento. ¿Y si alguno de los países poderosos de este planeta lograron de verdad hacerse con tecnología alienígena y... Joder, estoy desvariando. Madre mía, alienígenas. Estoy como una puta cabra.

No sé qué hacer, en serio. De momento me quedaré aquí. No puedo arriesgarme. Estoy seguro que mas de uno se acercará a ver lo que allí haya caido. Desde mi posición se puede ver a lo lejos una gran nube negra que se pierde en la tormenta que es ahora el cielo madrileño. El techo del mundo se ve iluminado por el fuego de lo que sea aquello que ha caido, y debe de ser muy grande para que se vea desde aquí.

Ahora mismo estoy eufórico. No sé qué hacer, de verdad. Como os he dicho, de momento me voy a quedar aquí... No. Mejor voy a salir a ver si veo a alguien. La explosión ha tenido que sacar a la gente de sus escondrijos. Y tengo que aprovecharlo como sea a mi favor.

Me pondré en breve en contacto con vosotros. Saludos desde aquí, como siempre, desde el otro lado.

Deseadme suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario