miércoles, 5 de mayo de 2010

Desde el otro lado. Entrada XXXVIII

Hola a todos.

Me encuentro mucho mejor, gracias por preguntar.

Aunque parezca mentira, he eliminado de raiz aquella diarrea que hace unos días amenazaba con acabar con mi ya mas que maltrecho cuerpo.

He perdido cerca de cuatro kilos de peso, y el espejo tan solo me devuelve la imagen de una persona escuálida y a la que yo no conozco. Es increíble lo que puede llegar a hacer una simple enfermedad sin los medios para curarla.

Si os cuento como he sido capaz de acabar con la diarrea, no os lo váis a creer. No tengo ninguna otra cosa que contaros, por lo tanto me pongo con ello. Intentaré conseguir que el relato sea de lo mas interesante, y que no os vayáis despavoridos por los desvelos de un loco con acceso a un micrófono y a un público prácticamente fiel.

Como ya sabéis, vivo yo sólo en un bloque de dos plantas. En ellas, además de la parte baja, las otras dos alturas están dotadas de ocho pisos cada una, por lo que desde aquí, y sin mucho esfuerzo, tengo acceso a veinticuatro pisos unifamiliares. Cinco de ellos están completamente derruidos, por lo que no me sirven absolutamente para nada. Dos mas, están completamente vacíos, ya que antes de las bombas estaban deshabitados y en proceso de ser alquilados.

Pero para mi suerte, a parte del mío, los otros catorce pisos están tal y como se quedaron cuando mi bloque fue derrumbado. Sí, están saqueados y no tienen nada de valor en ellos, pero lo que para otros no es nada digno de extraer, para mi constituye uno de los mayores tesoros de los que alguien en mi posición puede tener acceso. Y esto no es más que cientos de enciclopedias y de libros que mis vecinos tenían en sus estanterías.

Cuando el tiempo no hace más que echarse encima de ti, y el aburrimiento amenaza con romper el límite de tu locura, un buen libro puede hacerte evadir de cualquier tipo de problema que estés sufriendo, incluso el de ser la única persona cuerda en cuatro o cinco kilómetros a la redonda.

Sin saber lo que me podía encontrar, opté por investigar en las estanterías vecinales por si me encontraba con algúna enciclopedia médica o algo por el estilo.

Tengo que reconocer que no he sido nunca muy sociable con mis vecinos. Si, soy educado y nunca le negué a ninguno de ellos un saludo siempre que me cruzaba con alguno. Pero de ahí a entablar amistad, o preguntarles por sus oficios, iba un mundo, por lo que el mirar en las “bibliotecas” de cada uno suponía para mi el internarme en una intimidad a la que siempre me había negado a involucrarme.

Al no saber nada sobre las ocupaciones de mis compañeros de bloque, no imaginaba que me sería imposible encontrar ni un solo volumen relacionado con teoría médica o curación de enfermedades. Pero para mi sorpresa, un libro finito, encuadernado de cualquier manera y compusto por hojas de revista del corazón, ha dado con la solución a mi problema, y me va a servir de mucha ayuda en futuros problemas de salud.

Aquel libro se titulaba “Remedios caseros para casi todo”. En la portada aparecía un señor espigado con cara de simpático, rodeado de infinidad de hortalizas y plantas y sujetando en su mano derecha una llave hueca, y en la izquierda una castaña. ¿Y este tío quien es? Me pregunté yo. Lo miré en la portada, y su nombre no me dijo nada. En la parte de atrás decía que el autor era especialista en solucionar pequeños problemas de salud mediante remedios caseros, utilizados por nuestros antepasados mas cercanos y que habían sido traspasados de padres a hijos. Vamos, un curandero de poca monta que se aprovechaba de la inocencia de las señoras mayores metiéndoles por los ojos soluciones imposibles a sus problemas mas habituales.

Empecé leyendo cómo curaba los orzuelos introduciendo llaves huecas en los bolsillos de los pantalones, o cómo una molesta verruga se podía eliminar, si cada mañana, antes de levantarnos de la cama, nos mojábamos la misma con la saliva que en ese mismo momento teníamos en la boca. Una guarrada, vamos.

Seguía con locuras como las de meter dentro de un huevo fresco, un dedo que había sido golpeado con un martillo o blanquear los dientes frotándotelos con el cepillo lleno de ceniza. Desde mi punto de vista, este tío estaba como una cabra.

Pero de repente, me encontré con un supuesto remedio a mi problema. A saber:

“Para acabar con la molesta diarrea, no tienes más que mezclar un poco de ceniza con agua y dejar la mezcla reposar. Una vez hecho esto, revolver de nuevo, y bebérselo todo de un trago. Tu problema desaparecerá en cuestión de un par de días.”

No voy a engañaros, me sentía como un idiota rebuscando en el sótano los restos de una antigua hoguera que nunca había limpiado. Recogí toda la ceniza que pude, y puse agua a calentar. Una vez hecho esto, saqué el agua a la ventana para que se enfriara y esperé unas horas. El sabor de las cosas se enmascara un poco si éstas están frías, por lo que a eso de las tres de la mañana, añadí las cenizas a mi agua recién enfriada, y me la bebí de un trago.

Han pasado dos días desde que hice esto, y aunque parezca mentira, la diarrea se me ha cortado. No me preguntéis cual es la razón, posiblemente nunca lo sabré, pero el caso es que estoy mejor, y ese panfleto ha pasado a formar parte de mi biblioteca más selecta, entre El señor de los anillos y los relatos de Sherlock Holmes.

Ahora, sin perder ni un solo minuto, me voy a poner con las revistas de National Geographic en busca de una solución a mi problema con el agua.

Saludos para todos, y espero que no hagáis nunca lo que he hecho, sobre todo si aquellos que me estáis escuchando sois menores de edad y no tenéis a un mayor que os supervise.

2 comentarios:

  1. Que fustración cada vez que entro y no veo una solución para el problema del agua.Esperaré paciente la continuación del relato,es muy bueno.
    G.

    ResponderEliminar
  2. Siento tu frustración, pero cabe decir que est parón, es en parte por el poco tiempo que tengo para escribir, y en parte porque ese poco tiempo lo estoy dedicando al desarrollo de lo que debería ser el argumento principal del relato, que no hago más que pulirlo.

    Aun así, en breve te encontrarás con una nueva entrada y con una solución al problema con el agua. mucho más sencillo del que todos esperábamos.

    Un saludo y gracias por leerme y sobre todo por comentar.

    ResponderEliminar