sábado, 26 de diciembre de 2009

Desde el otro lado. Entrada VIII

Saludos de nuevo. Mi nombre es José Antonio, y espero que aun haya alguien ahí escuchando mis mensajes.

Sigo intentando comunicarme con Ida, pero mis mensajes tan solo reciben estática desde el otro lado de las ondas. En su defecto, mi invento casero de "autograbación" con el Walkman, ha dado sus frutos de nuevo, y he recibido el reporte de otro afortunado de este mundo. Está vivo y se mantiene escondido en algún lugar de la montaña. Sus noticias no son halagüeñas, pero servirán de bálsamo para aquellos que se encuentren ahora escuchando este mensaje. No me entretengo mas:

Hoy es el día de Navidad.

O fue ayer... Creo que la marihuana me está afectando la capacidad de recordar el día en el que estoy. Claro, que tampoco me hace mucha falta. Estoy en el infierno creado por los hombres, y mi único objetivo es poder llegar a la noche lo suficientemente vivo como para poder utilizar la radio mientras me fumo otro porro, y espero al siguiente amanecer.

No obstante, mis lagunas no afectan a hechos que quedaron marcados a fuego en mi alma, para mi pesar, como el origen de toda esta locura. Sus efectos. Sus consecuencias. Recuerdo el día que entré en casa de mis padres como una exhalación, gritando como un poseso sobre un inminente conflicto global y la necesidad de hacer algo al respecto. Lo había leído por Internet, en un blog sobre teorías conspiracionistas y demás desastres apocalípticos. Normalmente su contenido era carne de programa sobre actividades paranormales de emisión nocturna. Pero ese día todo era claro, conciso y con datos y fuentes reales. Una supuesta reunión en secreto de los representantes de las potencias mundiales justo antes de una cumbre para buscar soluciones a una crisis que, entonces era un problemón, y ahora me parece una piedra en un zapato comparado con lo que se nos vino encima después. Tras ese cónclave secreto, las posturas de cada uno fueron aún más distantes que antes de la misma, y todo hacía indicar que el estallido de la guerra era cuestión de días. Sólo hacía falta un dedo nervioso que pulsara un botón, y así fue como sucedió.

Tres días después de mi aviso cayeron las primeras bombas “segadoras de margaritas” sobre Badajoz y las demás ciudades grandes de Extremadura. Supongo que las bombas de vacío o las MOAB´s las reservan para las grandes urbes. No merece la pena malgastarlas en el culo del mundo... Eso debieron pensar, y eso nos dio una ligera ventaja a aquellos que sobrevivimos a los primeros ataques. Las líneas de telefonía fijas y móviles estaban colapsadas (o caídas, no se) y me recorrí la ciudad a toda velocidad buscando a mis seres queridos. No encontré a nadie, sólo caos, muerte, locura, lo peor de cada ser humano... Al comienzo de todo, había acordado con unos amigos que, en la mañana del cuarto día, nos encontraríamos a las afueras de Badajoz para que me acompañaran en mi huída, que tenía medianamente pensada desde que leí el blog apocalíptico. Estuve un día entero esperando en el punto acordado, solo. No llegó nadie. Con lágrimas en los ojos me monté en mi viejo BMW 732i del 79 y seguí los pasos tal y como los había planeado; me dirigiría al norte de Extremadura, donde seguramente tendría más posibilidades de sobrevivir que en la urbe.

Poco o nada recuerdo del camino. Si existe un símil real al via crucis bíblico debe ser algo muy parecido a ese viaje. Todo en mi mente estaba oscuro, como cubierto por un velo de tinieblas que me impedía ver todo lo que sucedía a mi alrededor, aunque lo mirase… Avancé sin pausa, esquivando restos de accidentes y acelerando cada vez que alguien me intentaba detener. Una vez pasado Plasencia me quedé sin lágrimas y casi sin gasolina, pues con la confusión inicial se me olvidó llenar el depósito del coche hasta arriba. Las imágenes de aquellas personas a las que no volvería a ver jamás se agolpaban en mi cabeza como marujas el día de las rebajas. No podía pensar con claridad y, casi sin darme cuenta, llegué a mi destino, a mi destierro voluntario del mundo. De la humanidad.

Y aquí es donde me encuentro desde entonces. Me aprovisioné por el camino de armas y elementos que consideraba necesarios para poder aguantar hasta encontrar ayuda. Ayuda, ¡ja!. Ingenuo de mí. Gracias a la impagable instrucción en armas y supervivencia que recibí por parte de los videojuegos, novelas, películas (gracias “John Rambo”) y comics he resistido hasta la fecha. Al principio me costó disparar la M-43 Firestar, que tomé prestada de un guardia civil muerto, contra alguien. Eso me costó una cicatriz que me atraviesa la cara en diagonal y que me sirve de recordatorio. Me recuerda que jamás hay que fiarse de un ser humano en el límite de su cordura y desesperado. Primero disparo, luego pregunto. Jose Antonio, si estás escuchando esto, espero que sigas mi recomendación. Vivirás más.

He logrado cultivar algunas verduras, hortalizas y marihuana, pues aquí en la sierra parece que el cielo no es tan oscuro como en otras zonas más castigadas por los bombardeos y gaseamientos. Al principio había bastante gente por la zona en la que me encuentro, de no muy fácil acceso, por cierto. Pero dos familias se mataron a golpes mientras discutían por un venado. Otra de las casas fue asaltada por un pequeño grupo de nómadas del norte en busca de refugio y víveres. Los maté a todos. El resto de mis “vecinos” huyeron a sitios más tranquilos, como si eso fuera posible. Ahora sólo quedo yo, y estoy pensando seriamente en mudarme un poco más arriba en la montaña, a una especie de refugio que encontré un día que salí de caza.

De momento esto es todo lo que puedo contarte, ya que el tiempo en la sierra como bien sabes, es bastante incierto, y la tormenta amenaza con tirar abajo esta casa de madera en la que me escondo de las miserias del mundo. Hace mucho aire y la temperatura es bastante mas baja de los cero grados. Espero que estés bien, y que todos los que mandan sus mensajes como yo, pasen tranqilos y seguros la noche que se acerca cada vez más rápido. En cuanto pueda, volveré a ponerme en contacto contigo. Aguanta compañero, que ya sabes que no estás solo.


La verdad es que aquí tambien hace mucho frío, es lo que tiene el invierno, además de que en esta zona del sur de Madrid, no sé porr qué, pero siempre se encuentra entre tres y cinco grados por debajo del termómetro de las demás ciudades, y aun no me he acostumbrado a las heladas matutinas de la zona.

Pero bueno. Seguimos vivos que es lo importante. No desesperes, que seguro que algún día todo se solucionará, y, quien sabe, a lo mejor incluso somos capaces de encontrar la manera de conocernos y emprende una nueva vida todos juntos, lejos de esta mierda de mundo en el que nos ha tocado vivir.

Soy José Antonio, y estoy emitiendo desde el otro lado. Cierro la conexión.

2 comentarios:

  1. Nunca comento y noi tengo mayor excusa que ser un vago de los gordos,pero me veo en l obligacion de hacerlo de una vez para decite:
    Eta historia esta de lujo,maestro...Me tienes enganchado a las cronicas radiofonicas de nuestro Jose Antonio..Un abrazo y te sigo leyendo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias compadre, pero el méito no es solo mío, sino tambien de todos los que me están ayudando en este proyecto, que no son pocos y que además espero que sean mas en breve.
    Aun así, un comentario de alguien de tu calado, con un Blog como el que lleva a cuestas, me agrada en demasía, y hace que me entren mas ganas aun de seguir con este proyecto.
    Gracias amiguete.

    ResponderEliminar